Edgar Ramírez, rector de la Institución, sostiene que sabían que
mientras reconstruyen el colegio iban a sacrificar el uso de la sala de
sistemas, la biblioteca y el laboratorio, pero le preocupa que no se
hayan concluido las adecuaciones mínimas pactadas para ocupar la sede
temporal.
LA INSTITUCIÓN CAMILO MORA FUE TRASLADADA A UNA SEDE TEMPORAL SIN LAS DOTACIONES NECESARIAS.
A las seis de la mañana los 800 estudiantes de la Institución Educativa Camilo Mora (Iecmc), en el barrio Fuente Clara de Robledo, en el occidente de Medellín, iniciaban clases.
Pero las directivas postergaron media hora el ingreso porque en las aulas del segundo piso –que ocupan de manera temporal–, la falta de luz les impide estudiar.
Javier Reyes, el personero estudiantil, sostiene que en los días nublados ni siquiera a las ocho de la mañana pueden ver bien y que por eso a veces se produce dispersión en las clases, y hasta desgano por llegar temprano.
Al respecto, Jesús Ruiz, docente de matemáticas, asegura que en ocasiones emplea las primeras horas de clase para conversar y entretener a los jóvenes porque la oscuridad impide que se avance. Las aulas tienen energía y lámparas, aunque sin bombillería.
La Iecmc fue trasladada en octubre del año pasado a la antigua sede del colegio Conrado González, en Robledo El Cortijo, mientras la Alcaldía y la Fundación Argos reconstruyen y dotan su nueva sede.
Edgar Ramírez, rector de la Institución, sostiene que sabían que mientras reconstruyen el colegio iban a sacrificar el uso de la sala de sistemas, la biblioteca y el laboratorio, pero le preocupa que no se hayan concluido las adecuaciones mínimas pactadas para ocupar la sede temporal.
“Este lugar, propiedad del Municipio, es una especie de comodín que tiene la Secretaría de Educación para reubicar colegios mientras les hacen intervenciones físicas. Así que ahora somos nosotros, pero luego vendrán otros colegios”, agrega Ramírez.
La unidad sanitaria, ubicada en el primer piso de la planta, es mixta y tiene cuatro baños y dos duchas sin puertas. En los descansos a muchas niñas no les alcanza el tiempo para usarlos.
“La unidades sanitarias tienen una fuga y siempre hay charcos en el piso. Los olores que se perciben no son los mejores, esto es inhumano. Si vamos a estar acá todo un año, deberían intervenir los baños”, expresa Santiago Romero, contralor estudiantil.
De acuerdo con el rector de la Institución, ya Empresas Públicas de Medellín les envió una notificación por el aumento excesivo en el consumo de agua.
También, por falta de un espacio adecuado no han hecho entrega del complemento nutritivo y por el momento tienen solo el ‘vaso de leche’.
“La mayoría somos de estrato 1 y 2, y sabemos que muchos no desayunan en sus casas y pasan el día con el alimento que les den acá”, dice el personero estudiantil.
El docente Héctor Barrientos destaca que la Alcaldía hizo adecuaciones de techos y estructuras, organizó el acceso y les está dando transporte a los estudiantes pero, afirma, “falta un poco de voluntad para no entorpecer la labor educativa durante esta transición”.
Las clases de educación física también se han visto limitadas porque el coliseo está deteriorado. Lo único bueno que había eran los tableros de baloncesto que de manera accidental uno de los buses dejó semidestruido.
ÓSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ
Pero las directivas postergaron media hora el ingreso porque en las aulas del segundo piso –que ocupan de manera temporal–, la falta de luz les impide estudiar.
Javier Reyes, el personero estudiantil, sostiene que en los días nublados ni siquiera a las ocho de la mañana pueden ver bien y que por eso a veces se produce dispersión en las clases, y hasta desgano por llegar temprano.
Al respecto, Jesús Ruiz, docente de matemáticas, asegura que en ocasiones emplea las primeras horas de clase para conversar y entretener a los jóvenes porque la oscuridad impide que se avance. Las aulas tienen energía y lámparas, aunque sin bombillería.
La Iecmc fue trasladada en octubre del año pasado a la antigua sede del colegio Conrado González, en Robledo El Cortijo, mientras la Alcaldía y la Fundación Argos reconstruyen y dotan su nueva sede.
Edgar Ramírez, rector de la Institución, sostiene que sabían que mientras reconstruyen el colegio iban a sacrificar el uso de la sala de sistemas, la biblioteca y el laboratorio, pero le preocupa que no se hayan concluido las adecuaciones mínimas pactadas para ocupar la sede temporal.
“Este lugar, propiedad del Municipio, es una especie de comodín que tiene la Secretaría de Educación para reubicar colegios mientras les hacen intervenciones físicas. Así que ahora somos nosotros, pero luego vendrán otros colegios”, agrega Ramírez.
La unidad sanitaria, ubicada en el primer piso de la planta, es mixta y tiene cuatro baños y dos duchas sin puertas. En los descansos a muchas niñas no les alcanza el tiempo para usarlos.
“La unidades sanitarias tienen una fuga y siempre hay charcos en el piso. Los olores que se perciben no son los mejores, esto es inhumano. Si vamos a estar acá todo un año, deberían intervenir los baños”, expresa Santiago Romero, contralor estudiantil.
De acuerdo con el rector de la Institución, ya Empresas Públicas de Medellín les envió una notificación por el aumento excesivo en el consumo de agua.
También, por falta de un espacio adecuado no han hecho entrega del complemento nutritivo y por el momento tienen solo el ‘vaso de leche’.
“La mayoría somos de estrato 1 y 2, y sabemos que muchos no desayunan en sus casas y pasan el día con el alimento que les den acá”, dice el personero estudiantil.
El docente Héctor Barrientos destaca que la Alcaldía hizo adecuaciones de techos y estructuras, organizó el acceso y les está dando transporte a los estudiantes pero, afirma, “falta un poco de voluntad para no entorpecer la labor educativa durante esta transición”.
Las clases de educación física también se han visto limitadas porque el coliseo está deteriorado. Lo único bueno que había eran los tableros de baloncesto que de manera accidental uno de los buses dejó semidestruido.
ÓSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ
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