La Ley que aprobó el Congreso con el propósito de hacerle frente al “matoneo”, evitar la deserción escolar y promover el desarrollo de competencias ciudadanas en los estudiantes, pasó a sanción presidencial.
En busca de prevenir y mitigar la violencia escolar el Congreso de la República aprobó recientemente una Ley que crea entre otras figuras el sistema nacional de convivencia escolar para identificar, reportar y realizar el seguimiento a los casos de matoneo y violencia estudiantil, así como la construcción de comités de convivencia escolar en todos los niveles: nacional, regional, municipal y por supuesto en las instituciones educativas tanto públicas como privadas del país.
Una iniciativa con la que se busca, además, fortalecer la convivencia pacífica al interior de los colegios y promover el desarrollo de competencias ciudadanas, lo que, de acuerdo con la ministra de Educación, María Fernanda Campo, permitirá evitar la deserción escolar generada, en parte, por el acoso y la agresión tanto física como verbal que se registran en las aulas de clase.
“La aprobación de esta norma por parte del Congreso de la República significa que Colombia ya cuenta con herramientas que le permitirán -una vez sea reglamentada- prevenir y mitigar la violencia escolar, y proteger y fortalecer el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos en el sistema educativo”, dijo Campo.
Sobre este tema EL MUNDO habló con Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, quien celebró la medida dado que tiene como intención proteger la integridad física, moral y sicológica de los niños y las niñas.
Norato aplaudió además la creación de los comités de convivencia escolar en los colegios, los cuales, según la ministra de Educación deben “ser la primera instancia para resolver una situación en la que a un niño se le han vulnerado sus derechos o ha sido agredido”.
Comités con los que la directora de Pandi espera que se logre formar a los estudiantes en la resolución de conflictos mediante el diálogo, la reflexión, la fijación de reglas y parámetros de respeto que los prepare para la vida, porque “en la vida diaria los que hacemos es negociar”, dijo Norato, quien fue enfática al expresar que es relevante trabajar también por el victimario y ese trabajar significa acompañarlo para identificar “qué le está pasando a ese niño para que se vuelva un vulnerador de derechos. Hay que ayudar a víctima y victimario, porque a veces este último también sufre violencia”.