Buscar la Paz: un llamado urgente
Hoy abordaremos un tema el
cual creemos es bastante importante: “El hombre en busca de la Paz”. Y la
importancia radica en el hecho de que hoy vivimos una época muy difícil, muy
cambiante, un ritmo de vida muy acelerado, una forma de vida que se puede
volver cada vez más impredecible y agitada… y hay tantas cosas que enfrentamos
diariamente el trabajo, la familia, la salud, la economía, las relaciones
interpersonales, las situaciones sociales, etc.
Tantas cosas que
enfrentamos como seres humanos, como familia que son tan cambiantes, tan
impredecibles, que pueden cambiar de un instante a otro, trastornando todo nuestro proyecto de vida, todo nuestro
equilibrio que pudiéramos tener en el hogar, y eso realmente causa muchas
situaciones que alteran la paz de las
personas.
Quisiera iniciar nuestro
tema analizando una declaración del doctor Donald
Peterson, especialista en temas de salud emocional:
“Vivimos en la época de la ansiedad: las enfermedades
del alma, los trastornos psicológicos, no sólo están inundando nuestro mundo, sino
que han provocado una alza incontrolable de suicidios. De no hallar la paz, la
humanidad quedará sin vida y sin esperanza por la cual vivir”.
Esta es una frase bastante
impactante, que refiere muchas cosas. Para empezar, habla realmente de cómo
está nuestra vida actualmente: es una época en la historia de la humanidad donde
hay mucha ansiedad, hay mucho estrés, mucha prisa, y esa ansiedad, esa
desesperación, esa situación de no predecir lo que va a pasar con nuestras
vidas y desconocer nuestro futuro, está generando enfermedades del alma, es decir
trastornos psicológicos que -como lo estaremos viendo más adelante- se están padeciendo
a nivel mundial y eso ha provocado una alza incontrolable, incontenible de
suicidios.
El doctor Peterson hace un
llamado urgente a BUSCAR la paz. Urge encontrarla, porque si no la hallamos, la
humanidad quedará sin aliento, y sin esperanza por la cual vivir.
Qué importante es que lo
que abordemos en este tema, usted pueda irlo meditando, valorando y pueda
autoanalizarse. Realmente mucho tiene que ver con el hecho de que usted se
valore a sí mismo, que tome conciencia de su realidad, ya que muchas veces por
el afán o las prisas, tenemos nuestra mente en otras cosas, y a lo mejor
pudiéramos estar siendo afectados en nuestro interior, de una manera que no
percibimos, incluso a veces la persona puede sentirse mal y no entender la razón
de ese malestar; entonces, es importante detenerse, hacer una pausa y meditar
en nuestra vida.
Finalmente en el trabajo, y
en todo lo que hacemos, buscamos que sea algo que nos reditúe nuestras vidas y
nuestra familia. Trabajar “por trabajar” creo que no es algo muy saludable,
sino realmente hay que trabajar para
vivir, para hacernos llegar aquellos bienes que suplan nuestras necesidades
y puedan hacer de nuestra vida una vida más llevadera, más cómoda. Pero lamentablemente,
ocurre muchas veces que con esa forma de vida y de trabajo se está logrando lo
contrario, es decir, se cae en un estrés, en desesperación, en un afán que roba
esa paz, y tranquilidad.
¿Todo le cansa, le preocupa y le inquieta?
La realidad es que muchas
personas pueden llegar a experimentar momentos de paz, sí, de una manera corta
o momentánea, por ejemplo: al ver una puesta de sol, estar sentado frente a una
playa, al estar jugando con unos niños, al ver volar una ave, al dormir, etc. Sin
duda, esto puede traer cierto momento
de paz.

Yo quisiera que meditara en
las siguientes preguntas:
- ¿Se siente cansado?
- ¿Cómo ha sido su estado de salud últimamente?
- ¿Ha sentido esos niveles de agotamiento, donde usted realmente dice: “dondequiera que esté, estoy cansado, dondequiera me da sueño, dondequiera me estoy quedando dormido(a), no puedo sostener una plática porque estoy distraído(a) por el cansancio”?
- ¿Siente que su alma o sus emociones se están hundiendo en un profundo mar de ansiedad, confusión y desesperación?
- ¿Se encuentra confundido, sin saber realmente qué dirección tomar para su vida, se halla en una situación de desesperación que le inquieta?
- ¿Está constantemente nervioso? ¿Todo lo sobresalta? ¿Todo lo saca de su concentración? ¿Todo lo lleva a ponerse inquieto, ansioso, temeroso?
- ¿Se siente usted al borde de una catástrofe, sin una causa aparente? Como si todo se fuera a derrumbar, como si todo se fuera a acabar, como si todo lo que hubiera levantado se viniera para abajo, y sin que tuviera realmente una razón de peso, un argumento, una base, un fundamento.
- ¿Está agobiado por un temor inexplicable? Es decir, que usted tiene miedo pero no sabe explicar si es un miedo a qué y de qué. Un miedo que incluso lo puede estar llevando a paralizarse y que ya lo tiene cansado, ya lo tiene agotado, su cuerpo ya debilitado por ese estrés, por ese miedo, por ese temor que se está presentando continuamente en su vida y que usted no sabe realmente discernir de dónde viene esa situación.
Mire, si todo esto está en
su vida, es muy probable que usted se esté consumiendo emocionalmente, y claro
al estarse consumiendo emocionalmente, esto lo puede hacer sentir muy
desagradable, frustrado, insatisfecho e incluso puede llegar a experimentar una
afectación de tipo orgánico, en la cual usted ya sienta náuseas, dolores
musculares, dolores de cabeza, constantes ganas de llorar, un carácter muy
irritable hacia quienes lo rodean, y realmente usted siente como que quisiera
ya escapar, como si quisiera decir: “¡Ya no puedo, auxilio, mi alma se hunde!” “¡No
tengo esperanza, no tengo a dónde ir!”
Una necesidad que consume

Todas estas sensaciones y
experiencias, pueden ser tan reales… Conozco el testimonio de un hombre que
incluso sintió que tenía un infarto, pero médicamente, no lo vivió; es decir,
sintió o vivió todos los síntomas, pero en términos médicos, su corazón nunca
experimentó ningún paro cardíaco.
Este hombre, cuenta que en
ese momento sentía una opresión muy fuerte en su pecho, y debido a la ansiedad,
a los miedos y a un problema muy fuerte que tenía, aunado al pensar que en ese
momento él posiblemente estuviera sufriendo un infarto, imagínese, las cosas se
agravaron todavía más.
El hombre pues, ya con
cierto temor, pensando mil cosas, anticipando muchísimas cosas, fue al médico,
pensando que a lo mejor tenía algo ya grave. ¿Cuál sería su sorpresa? Que el
doctor le dijo: “La verdad es que yo veo
su corazón bien, veo que no tiene problema, el electrocardiograma marca que
está normal; yo más bien lo veo muy tenso -le dijo el doctor- usted trae un
problema muy grande, búsquele. Por ahí trae usted un problema que creo que es
importante que resuelva, es importante que se trate y que no siga usted así,
bajo esa situación.”
Cuando ese hombre escuchó
eso, dijo: “Me sentí como si me hubieran quitado un peso de encima, se me quitó
esa gran carga de encima y se me quitó hasta el dolor.” Todo eso era algo más
bien propiciado por esa angustia, por esa depresión, por ese problema que
traía, que lo estaba agobiando cada día, pero que se recrudeció de una manera
física, orgánica, al sentir esa opresión en el pecho, de manera que cuando el
doctor le dijo que no era así, descansó realmente y en ese momento él entendió
la importancia de tener paz, de buscarla y de dar a los problemas la dimensión
adecuada y de reenfocar su vida a lo que realmente edifica y que realmente lo
ayuda, para poder también ayudar así a su familia y poder disfrutar los
momentos en familia, que son una bendición. Usted lo sabe siempre el poder
tener una familia y saber convivir y compartir el amor que se tiene mutuamente,
es una fuente de felicidad y tranquilidad.
Qué importante es que usted
busque esa paz. Si usted se está consumiendo emocionalmente, queremos decirle
que usted
necesita paz y hoy deseamos ayudarle, decirle que sí hay una esperanza para
usted.
Una necesidad mundial

Cuántas veces no hemos oído
de guerras, de conflictos armados, de asesinatos, de genocidios, tantas situaciones
que vemos en la televisión o que leemos en los periódicos y nos damos cuenta de
que es una necesidad muy grande para la humanidad poder encontrar la paz.
De hecho desde 1981 en el
mes de septiembre, el día 21 fue declarado por la Asamblea General de la ONU,
como el “Día Internacional de la Paz”, para promover el cese al fuego y a la
violencia, a nivel mundial.
Podemos ver entonces, que la
humanidad realmente ha hecho esfuerzos por hallar la paz, ha buscado la manera
de “hacer” la paz entre países. Lamentablemente, en muchos casos no se han
atendido este tipo de declaraciones como “el Día Internacional de la Paz”, ni
se han visto los resultados pues las situaciones tan terribles que está
trayendo la falta de paz a nivel mundial, es algo que no ha recibido la
atención debida y, claro sus consecuencias han sido más catastróficas de lo
esperado: millones de muertos, millones de huérfanos a causa de las guerras,
hambre, suicidios, trastornos emocionales que se han desencadenado por
generaciones, es decir, la falta de paz en la humanidad es algo que está
destruyendo a la humanidad misma.
Entonces, estamos entendiendo
la necesidad de buscar paz, sea a nivel mundial o a nivel individual. Personas
como usted y yo, que nos podemos enfermar, que enfrentamos problemas, que
tenemos situaciones difíciles… imagínese si en medio de todo ello no tuviésemos
paz ¡las consecuencias serían igualmente catastróficas!
Con esto quiero decir que, así
como para el mundo la ausencia de paz está siendo algo catastrófico, para una
persona también lo es. Claro, a su nivel. No estamos hablando de “la humanidad”
como algo místico, sino que estamos hablando realmente de una persona.
Consecuencias catastróficas para un individuo, porque la falta de paz afecta
las emociones de la persona y sus relaciones interpersonales, afecta su
espiritualidad, en pocas palabras, afecta la vida entera de una persona; su
vida presente y también futura.
Cuerpo y Alma

Y tomando como ejemplo la
primera de estas dimensiones: el cuerpo,
que es la parte externa del ser humano, la parte que es tangible y que podemos
ver a simple vista, que podemos tocar, oler, es un cuerpo que está diseñado por
Dios para ser utilizado como una herramienta que nos sea útil para realizar
nuestras labores diarias, y claro, este cuerpo se puede agotar, se puede
fatigar, incluso se puede enfermar por períodos largos o cortos, dependiendo de
la gravedad, de las condiciones y demandas físicas que se tengan; es decir, aun
el trabajo físico puede ser abrumador, o muy estresante, y esto puede hacer que
el cuerpo se enferme y empiece a tener problemas.
Sin embargo el cuerpo tiene
una capacidad asombrosa de recuperación y entrando en alguna disciplina u orden
de alimentación, regulando sus horas de sueño, teniendo un descanso, un
ejercicio físico, o tal vez ingiriendo algún medicamento para poder curar la enfermedad
que se haya sufrido, el cuerpo puede salir adelante y recuperarse pronto.
¡Es maravilloso, bendito
cuerpo! Podemos ver, sentir y detectar de inmediato sus necesidades y podemos
suplirlas al momento. Ahí es donde la persona mantiene su equilibrio. La
persona ve el cuerpo, siente lo que le está afectando, y puede suplir en ese
momento la necesidad y recuperar el estado de paz o de equilibrio y bienestar
corporal.
Si hablamos ahora de nuestra alma, estaremos hablando de otra
parte del cuerpo humano, que es un parte más profunda, dentro de nosotros
mismos y que es igualmente de vulnerable o sensible, como nuestro cuerpo.
El alma es el centro del
ser humano, es ahí donde radican nuestras emociones y el control de la voluntad,
es decir, ahí nosotros experimentamos los
sentimientos, y es donde tomamos decisiones para nuestra vida.
Esas decisiones pueden ser
buenas, pueden ser malas y, obviamente que si son buenas, pues van a hacer que
nuestra alma se sienta gratificada o que se sienta bien, pero también pueden
ser malas, de tal manera que nuestra alma se sienta mal, se sienta desanimada,
humillada, pisoteada, y finalmente vamos a tener problemas.
Hay personas que se
refieren al alma también como “el corazón”. Así le llaman, pues todo lo que
acontece a nuestro alrededor y nos oprime, nos influye emocionalmente, llega
hasta ahí, llega hasta el alma y claro, eso nos puede causar ansiedad, estrés,
angustia, dolor, afán, preocupaciones, etc.
Consecuentemente nuestra
alma se puede convertir en “un pequeño almacén” o un pequeño tesoro escondido
dentro de uno mismo -por así llamarlo- de manera que todo lo que esté ahí
guardado, dependerá de lo que uno mismo almacene.
De esta forma, una persona
que pueda estar nada más llenándose de amargura, de odio, de rencores,
llenándose de codicia, de situaciones de queja, de murmuraciones, es decir, si
la persona está alimentando su alma de cosas que no le nutren ni edifican, que
realmente no hacen que la persona se sienta feliz, pues entonces van a estarse originando
sentimientos negativos, que van a
hacer que la persona se pueda sentir tan mal en su alma, que lo pueden llevar,
repito, a experimentar esa falta de tranquilidad, de paz, de seguridad y de
amor.
¿Por qué? Porque el alma no
se está llenando de lo que se debe de llenar: en este caso, de buenos
sentimientos al hacer felices a otros, al tener buenos pensamientos, buenas
actitudes para con terceras personas y claro,
no se está llenando de virtudes, se está llenando de situaciones que
realmente después hacen que la persona se sienta mal.
El alma es afectada por nuestras decisiones

Cuando hablo de tomar malas
decisiones, me refiero a la intención de
hacer daño, el actuar con una intención en donde la persona antepone su
placer, su deseo, su satisfacción a la de los demás, eso se llama egoísmo, y
hace que la persona no ame a los demás, y al no amarles, él mismo se daña, se
hiere.
El hombre cruel se
atormenta a sí mismo, esta es una realidad. Las personas que son crueles con
sus semejantes, no son felices. Están en una situación en donde ellos mismos están
perdiendo la dignidad, porque el ser humano tiene una hermosa capacidad de amar
y de servir, y de hacer el bien a sus semejantes, ese es un potencial ilimitado.
Pero cuando la persona
decide hacer el mal, es decir, dañar a sus semejantes y no buscar la felicidad
o bienestar del prójimo, entonces lo que se genera dentro de ese ser humano es
una situación de “autodestrucción”, es decir, ya no está explotando su dignidad,
sino al contrario, se está envileciendo, se está pareciendo más a un animal
irracional, que a un humano.
No está usando la razón, la
cordura, no está utilizando el sentido común, y claro está tomando decisiones
que luego al final, lo van a aprisionar, es decir, la persona, de tanto hacer
cosas indebidas, al rato se acostumbra y siente que está en una cárcel y quiere
salir eso, pero se siente tan mal y no lo puede dejar de hacer, y es porque ya
se acostumbro a hacer cosas que son indebidas y eso, querido amigo, de veras,
hace que una persona pierda la paz.
Por mucho que consiga
satisfacer sus deseos, la realidad es que la persona cada vez se siente más
vacía, cada vez más se siente más desorientado y sin rumbo, y se da cuenta que
no es el camino y que no está bien como está actuando.
¡Cuántos de nosotros
anhelamos ese estado de paz que se pierde precisamente por esas malas
intenciones, por esas malas decisiones, por esas malas actitudes! Después viene
el desasosiego, no hay descanso, realmente empiezan a aparecer en nuestra alma
angustias y situaciones terribles.
Problemas sí, angustias no.
Quiero enfatizar algo: cuando
hablo de “tener paz” no me estoy refiriendo a que desaparezcan los problemas,
de ninguna manera. Los problemas no van a desaparecer jamás, no existe la vida
sin problemas. Los problemas siempre van a existir en nuestra vida, siempre. Lo
importante es que desaparezcan las angustias, que sí desaparezca esa
desesperación, y no los problemas.

Si la paz depende de que la
chequera esté llena de dinero, pues realmente la persona tiene una paz muy
endeble, porque el día de mañana se puede venir una crisis financiera y la
persona puede quedarse en la calle; de manera que si la paz dependía de eso, pues
esa persona termina puede terminar hasta suicidándose. No se lo deseamos a
nadie, pero son casos reales que ocurren ¿Por qué? Porque la persona dependía
de eso, su paz realmente dependía de la cantidad de dinero que tenía.
Si la paz depende de estar
con una persona, con el marido por ejemplo, cuántos matrimonios se casan con la
expectativa de estar siempre juntos, -qué bueno, hágalo y es correcto- pero
entendamos algo: no somos eternos. Un día uno de los dos va a morir, tal vez
por vejez o tal vez por algún accidente y si la persona había puesto toda su
esperanza en eso, el día que falte la persona, créame, de veras, se vienen
situaciones de luto terribles, porque se pierde todo, se cae todo y entonces,
esa aparente paz que se tenía por estar con la persona, se pierde.
O si la persona tenía paz
porque tenía trabajo, entonces el día que lo pierde, ya no hay paz y créame, esa
es una situación muy terrible y difícil de sobrellevar como las anteriores, que
son muy pasajeras también.
Encontraremos la paz cuando aprendamos a sobrellevar nuestros problemas
o las aflicciones de una manera digna, no en un estado constante de enfermiza
ansiedad.
Con dignidad ante los problemas

A veces se opta por no
querer enfrentar los problemas, y no querer aceptar los cambios. Muchas veces
las crisis que vivimos y que hemos comentado en temas anteriores, traen cambios
en la vida de la persona pero luego son cambios para bien donde la persona
aprende cosas, incluso mejora.
Entonces qué importante es
que ante los problemas nos comportemos dignamente, como lo que somos: como
hombres, como seres humanos que tenemos la capacidad de enfrentar las cosas y
de resolverlas; y claro, enfrentemos las cosas con un carácter moral tan
sólido, que nos lleve a tomar decisiones prudentes, no desesperadas o con las cuales
podamos dañar a terceros y destruir sus vidas con tal de salir nosotros del
problema, eso nunca nos va a llevar a encontrar la paz.
Le doy un ejemplo: una
persona pierde el trabajo y con tal de llevar el pan y la comida a la casa, decide
robar, y al hacerlo, mata a alguien. Eso ya le quitó la paz y no la va a tener
aunque lleve mucho dinero para comer para tres meses. La persona no va a tener
paz, porque sabe que hizo algo totalmente indebido.
Los problemas y
dificultades se resuelven, se resuelven trabajando, no angustiándose, se
resuelven analizando, usando la razón, pensando y tomando decisiones, y sobre
todo al tomar decisiones de acuerdo a los valores morales que ya conocemos y
hemos expuesto en otros temas: principios que nos llevan a respetar la vida
humana y a respetar a los demás. Mientras hagamos eso, tendremos paz.
Si en nuestra desesperación
por resolver nuestros problemas acudimos a medios ilícitos o a causar situaciones
incorrectas, vamos a perder la paz. La nuestra y robaremos la paz de otros más.
Ahora bien, si usted se
encuentra física y/o emocionalmente abrumado por la ausencia de paz en su vida,
le sería muy útil el diagnóstico de un médico.
Trastorno de Ansiedad Generalizada
Si usted es una persona que
está presentando esa situación de que no disfruta ya las cosas, que
permanentemente está cansado, que siente que su alma y sus emociones se están
hundiendo en un mar de ansiedades y confusiones, si constantemente está nervioso,
si ya no duerme bien o tiene trastornos de sueño por tanta preocupación, si
está usted agobiado por un temor inexplicable, si constantemente es una persona
que ya no disfruta las cosas, si tiene dolores de cabeza, dolores musculares,
constantes ganas de llorar… creo que es muy importante que un médico le haga
algún diagnóstico y descartar algún daño en su salud como el Trastorno de
Ansiedad Generalizada (TAG), del cual quiero explicarle porque sí es algo que
se presenta comúnmente en las personas a causa de tanto estrés, o preocupación.
Empezaré por mencionar
algunos síntomas para que usted pueda saber si está entrando en ese cuadro, o
si ya ha comenzado a padecerlo, pues bueno sería insisto, que si usted ve que
tiene estos síntomas, sea diligente, acuda a checarse con un doctor para ver si
necesita algún tipo de tratamiento.
Algunos síntomas del Trastorno
de Ansiedad Generalizada son:

- El corazón late rápidamente
- Diarrea y desmayos ocasionales
- Temblores y contracciones nerviosas
- La respiración puede acortarse
- Pérdida del apetito
- Náuseas o mareos
- El gesto de su cara suele expresar tensión, la persona no se ve en paz, al contrario, siempre está con esa tensión, con ese rostro contracturado de estar pensando en la(s) situación(es) que le agobia(n)
- Problemas para conciliar el sueño o mantenerlo,
- Nunca deja de preocuparse por cosas, sean grandes o pequeñas.
- Se vuelve muy irritable, a menudo siente tensión
- Le es difícil relajarse, le cuesta mantener concentrada su mente en una cosa a la vez.
- Se pone de mal humor con frecuencia
- Transpira mucho y se siente sofocado
- Puede sentir un nudo en su garganta o náuseas cuando se preocupa.
Qué importante es ver estos
síntomas, para que usted pueda prevenir un cuadro de Ansiedad Generalizada,
porque eso lo va a llevar a una situación muy difícil, donde definitivamente ya
no va a haber paz y entonces ya necesita ayuda médica y qué sinceros y qué
honestos debemos ser con nosotros mismos en entender que necesitamos ayuda, que
alguien “nos eche la mano” y en ese caso, si hay que acudir a un médico, pues
no dude en hacerlo.
El propósito al exponer este
tipo temas es abrirle los ojos, darle herramientas o avisarle de señales o
signos de alerta que pudieran estar pasando en su vida, para que usted se
aperciba y pueda decir: eso me está pasando a mí, yo necesito investigar más acerca
del Trastorno de Ansiedad Generalizada.
“A lo mejor siempre vivo
así, a lo mejor por eso no duermo, a lo mejor por eso siempre estoy irritado
con mi familia, no había caído yo en la
cuenta”, puede usted decir. Y entonces hay que tomar cartas en el asunto, ir a
un médico y poderse atender.
Porque cuando se mezclan la
preocupación, el miedo, la ansiedad, la frustración, el odio y el rencor, y
empiezan a enrollarse unos con otros, de veras se hacen unos nudos tan
difíciles de desatar en nuestra propia alma, que realmente necesitamos ayuda y
debemos buscar apoyo de inmediato, y no solamente de un médico, sino también es
importante buscar la paz, volver a restablecer esa paz en nuestras vidas.
Es cierto, buscamos al
médico, buscamos la atención médica pero también busquemos esa paz, que es realmente,
una necesidad espiritual.
Más allá del cuerpo: el espíritu

Nosotros fuimos creados a
imagen y semejanza de Dios, y nuestro Creador nos dio un espíritu, y ese
espíritu realmente lo tenemos para poder también relacionarnos con Su Espíritu.
Es decir, cuando hablamos
del espíritu del hombre, estamos hablando de la parte más alta del ser humano,
la parte consciente, la parte en donde nosotros entendemos que existimos y que
somos seres vivientes, que somos personas que conscientes del tiempo, del
espacio y de nuestra realidad y que a través de ese espíritu, nosotros podemos
tener un contacto con el espíritu de nuestro Creador.
Ahí es donde también se
encuentra la conciencia, esa conciencia que es esa “brújula”
o ese “juez” que nos indica cuáles son las buenas acciones y cuáles son las
malas acciones.
Realmente cuando una
persona empieza a caminar en esta vida, es muy importante que la entienda que
tiene una conciencia, que tiene un espíritu, y que en la medida que la persona
se deje guiar por esa conciencia, o por lo que aplaude su conciencia, la
persona va a tener una vida que va a ser, mucho más dichosa y que va a tener
una vida en paz.
Cuando la persona no tiene
una conciencia limpia y empieza a realizar actos que van contra su propia
conciencia, lo que la persona va a hacer es que va a empezar a dañar su
conciencia y en consecuencia, va a
empezar a perder la paz.
Muchos médicos,
psiquiatras, psicólogos, terapeutas, han coincidido en que la búsqueda de una
relación con Dios, es decir, que el mantener una relación espiritual a través
de la oración, ha ayudado a miles de personas, víctimas de la ansiedad.
Cuando una persona tiene
una vida con una conciencia clara, su conciencia está ahí, hablándole, diciéndole: “mira, así es como se deben de hacer las cosas”, “esto es lo correcto”,
“esto que hiciste no estuvo bien”, etc. Ésta es una forma en donde la
persona puede estar aprendiendo a conducirse en la vida, y es algo innato, es decir, que nadie nos lo enseña sino que viene solito,
de nuestro interior.
Cuando no hay paz en la conciencia

La persona podrá argumentar
muchísimas cosas, podrá decir: “bueno, valía la pena”, “al cabo todo mundo lo
hace”, y tantas cosas que pueden venir a la vida de la persona, pero eso,
créame, roba la paz de las personas.
Y lo primero que pasa con
las personas que tienen una vida así, es que las personas pierden ese contacto
espiritual con Dios, pierden esa oportunidad de estar con Él.
Y como dicen estos médicos,
psiquiatras, psicólogos y terapeutas, lo que acabamos de leer, ellos han
coincidido que es muy importante una relación con Dios, porque esa relación con
Dios, es lo que nos da esa paz, esa paz que no es conforme al mundo, que no es
conforme a las circunstancias, que es una paz de saber que tú conoces a alguien
que te ama, alguien que es bueno contigo, alguien que te ayuda, que a lo mejor,
tal vez, a lo largo de tu vida, no has sabido relacionarte con Él, no lo has
buscado como debieras, es otra cuestión, pero ahí está Él, ahí está ese Ser Supremo,
ese Creador, que es la suprema bondad y que está interesado en ti, es una
realidad.
Pero por esa forma de
vivir, por esa forma de actuar, la persona no conoce a Dios, y entonces está
sólo en esta vida realmente, la persona vive sin un apoyo, sin una esperanza,
sin un descanso, de saber que en algún momento difícil allí va a estar alguien
que lo puede ayudar de una manera desinteresada.
Entonces cuando la persona,
al contrario, está viviendo de una manera incorrecta pues, no solamente no
recibe la ayuda, sino queda aislado, queda separado de lo que es la vida con
Dios, pues hay reglas, hay leyes y son leyes que son necesarias para mantener
un equilibrio en la vida que Dios nos da.
Cuántas veces hemos oído
que la vida que Dios ofrece, es una vida
en donde hay justicia, donde hay paz, amor, donde todo está en armonía, eso es
real y es obvio que si eso es real, y eso existe, pues se debe a una causa: a
que todos hacen lo correcto, a que todos hacen lo que es lo bueno y lo que es
lo mejor para la dignidad y la vida humana.
Lo contrario es lo que
estamos viviendo, pues nada más vea a su alrededor: violencia, disputas, celos,
pleitos, todo ¿por qué? Porque la gente quiere lo suyo propio nada más. No
quieren amar, no quieren realmente atender las necesidades de los demás, no
quieren compromisos ajenos, con sus problemas ya tienen suficiente y por lo
tanto no están dispuestos a apoyar a nadie más, ya una vez viendo la
oportunidad de ayudar a otros, no lo hacen, ya sea por egoísmo, por
indiferencia o también porque mucha gente que pide ayuda también abusa, luego resulta
que no era una persona necesitada, sino un ladrón y entonces traiciona la
bondad y misericordia de la otra persona. Todo esto genera un ambiente carente
de paz, por donde quiera que le vea, por eso es importante saber buscar una
relación con Dios, y buscarlo a Él en
oración.
En la presencia de Dios

La oración ayuda
significativamente a la persona que se encuentra en estado de ansiedad y de
angustia. Yo le puedo dar testimonios de personas, quienes por haber leído en
las Escrituras “el Sermón del Monte” del Señor Jesús, han salido de su depresión;
por haber leído y comprendido lo profundo que pueden llegar las palabras de
Dios al alma del ser humano, para consolarlo y
fortalecerlo.
Por eso, qué importante es
que usted busque a Dios, porque, en ningún otro lado va a encontrar usted paz,
una paz verdadera, como la puede encontrar en Dios y esa es una realidad.
La única manera en que el
espíritu del hombre puede estar en paz, en equilibrio, satisfecho y pleno es, en la presencia de Dios.
El ser humano está diseñado
para habitar en la presencia de Dios. El ser humano sin Dios está incompleto.
Claro, hay otros
satisfactores que podemos encontrar en sociedad, como el trabajo o la familia,
y qué bueno por ellos, realmente hay que buscarlos, y desarrollarlos. Pero
ninguno de esos satisfactores puede ocupar el lugar de Dios, porque cuando lo
hace así una persona, no logra encontrar paz jamás; al contrario, por estar buscando
felicidad solo a través de ellos, puede llegar incluso a dañar a otros pues no
le va a importar el resto de la gente, y lejos de poder tener una satisfacción
plena, lo único que va a encontrar es un gran vacío, una gran insatisfacción y
una gran decepción que no pocas veces, repito, puede llevar al suicidio.
Así que, busque a Dios en
oración, es importante. Qué importante es orar. ¿Tiene problemas? ¿Alguna vez
le ha pedido a Dios que lo ayude a tomar una decisión correcta? De veras, puede
venir consuelo y puede venir paz.
No dudo que tal vez usted
diga: “es que yo nunca he orado”, “no sé
qué es eso”, “no sé ni cómo se hace”. Mire, orar no es más que hablar con
Dios. A veces hay quienes lloran, descargan todo lo que traen, incluso hay
gente que se queja contra Dios y le dice tantas cosas, y Dios en Su
misericordia es paciente, ahí está esperando a que la persona se descargue, se
desahogue, porque Dios es bueno y le duele ver la condición de la persona que
sufre, y quiere ayudarla… pero hay que entender algo: se debe encontrar la paz dentro de los principios de Dios, Él es
el sabio, Él es quien tiene la paz y
solamente a través de la forma en cómo Él dice, es como podemos obtener esa paz
verdadera.
Examine por ejemplo, la
oración que muestran las Sagradas Escrituras, en el libro de los Salmos, de una
persona que se hallaba muy desesperada y atravesando un estado de fuerte angustia,
clamó a Dios de esta manera:
“Al Señor clamé estando en angustia, y Él me respondió”.
Muy sencilla la oración: al Señor clamé estando en angustia y Él me
respondió. En medio de una angustia, es decir, si habla de una gran
angustia es que había un problema muy grande y que muy posiblemente la persona
no podía resolver, entonces acudió a Aquel que sí podía resolverlo.
Claro, no estamos hablando
de una situación de negligencia, estamos hablando de alguien que ya se vio
abrumado por las circunstancias y dijo: “¡Ayúdame, ayúdame!”
Clamar es eso, llamar a alguien por auxilio, pedirle
a alguien su ayuda, buscar a alguien y pedirle auxilio. Implica que la persona
que pide la ayuda se encuentra en una situación de desesperación, es decir, de
alzar la voz, de suplicar y de gritar y decir “¡Ayúdame!”
El salmista, además muestra
la experiencia milagrosa que tuvo, y que es una respuesta a su petición en el
momento de angustia; dice: “Él me
respondió”.
¿Qué es hallar la Paz?
Usted tal vez dirá: “Es que yo he clamado y a mí nunca me ha
oído Dios.” Bueno, veamos ¿por qué al salmista sí y a usted no, si es el
mismo Dios? Yo le pregunto ¿en verdad quiere ayuda? ¿En verdad cree que puede
recibir esa ayuda? Es más, ¿qué ha hecho contra Él como para no recibir la ayuda?
La realidad es que Dios quiere, Dios sí
quiere ayudarle y está bien dispuesto.
Termino diciéndole que no
es en la puerta falsa del suicidio, ni en las drogas, no es en el afán, ni en
un carácter irritable y explosivo donde usted va a encontrar la paz, no es por
ahí, tampoco en el dinero, la paz no está en las riquezas, no está en la
posesión de bienes materiales, la paz está en Dios. Es en Dios donde realmente
va a encontrar la paz.
Usted puede encontrar esa
paz que tanto está buscando, a través de Jesús el Hijo de Dios, al buscar a
Dios. Mediante la oración buscar acercarse a Jesucristo, quien dijo estas
palabras:
“Yo soy el camino… y nadie viene al Padre, sino por mí. Mi paz os dejo,
mi paz os doy, yo no la doy como el mundo la da. Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz.”
Para poder estar completos
hay que ir a Dios, y el único camino es el Señor Jesucristo, no hay otro, hay
que buscar al Señor Jesús, y Él dice algo muy precioso: “Mi paz les dejo, esa paz que no es como la paz del mundo”; o sea,
aquí Jesús está hablando de algo: el mundo sí ofrece una paz, pero es una paz
ficticia, momentánea, es una paz que no es duradera, no es profunda, es una paz
que depende de las circunstancias.
La paz de Dios no depende
de las circunstancias, depende de estar en Su presencia depende de estar con
Él, y de conocerlo, de ser su amigo. Una persona puede vivir las peores
circunstancias y tener paz, seguir teniendo esperanza, y no estar angustiado.
Es una paz que ciertamente,
el mundo no conoce. Es una paz que el mundo no entiende y cuando Jesús dice: “estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz”, mire, Jesús dijo algo, en el mundo van a haber muchas
aflicciones, muchas tribulaciones, problemas, van a haber situaciones bien
pesadas y bien difíciles.
El Señor Jesús desde hace
muchísimos años, previó todo lo que está pasando en este mundo: todo tipo de
inmoralidad sexual, abandono de hogares, traiciones, divorcios, adulterios,
guerras, situaciones que van a robar la paz de este mundo y que todos vamos a
sufrirlas y padecerlas, sin embargo nos dice: “Todo esto te lo he dicho con un propósito: que en mí tengas paz, para
que me busques a mí, si me buscas, yo prometo darte paz.”
Búsquelo. Miles y millones
de cristianos a lo largo de la historia, han conocido a Dios y han caminado con
Él y es así como ha encontrado y mantenido la paz verdadera. Ellos le pueden testificar que estas palabras son
ciertas, que a pesar de las circunstancias adversas y de las cosas tan terribles
que se viven, al estar en la presencia de Dios, hay paz.
Buscar la paz es buscar a
Dios, y hallar a Dios, es hallar paz. Es un círculo cerrado. Que Dios le
bendiga.
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