Últimamente hemos
tenido la oportunidad de platicar con muchos jóvenes a través de conferencias
sobre temas como la inmoralidad sexual y las adicciones, y ellos se han
acercado a nosotros con muchas preguntas e inquietudes. Nos sorprendió la
confianza que tuvieron para platicar con nosotros; así nos dimos cuenta de cuánta
necesidad de dirección, de orientación y de información tienen los jóvenes hoy
en día.
Uno de los puntos
más complejos que ellos externaron es la falta de comunicación con sus padres.
También nos platicaban lo que pasa en sus casas y sus sentimientos, ellos pasan
por situaciones difíciles y nos preocupa que no tengan comunicación con sus
padres o que cuando la busquen no la hallen. Sólo encuentran una falta de
amistad muy grande y eso les duele.
Cuando
ellos externaban su necesidad se les llenaban los ojos de lágrimas y se notaba
su tristeza y dolor. ¿Podemos platicar
con usted? -decían- es que nunca
hemos hablado con una persona adulta, y la verdad queremos platicar con alguien
más grande. En esas expresiones dejaban entrever que, si bien es cierto que
platicaban con muchos compañeros de escuela, también necesitaban a alguien con
cierta madurez, alguien que pudiera explicarles de manera más clara los
problemas de la vida.
Entre
los jóvenes existe amistad y compañerismo, hay planes y compromisos a veces muy
fuertes, pero ellos saben que necesitan una ayuda, un consejo maduro y centrado,
un consejo que esté basado en la experiencia.
En muchos
casos el padre no está presente, se fue con otra mujer o a otro lugar a
trabajar y tal vez los hijos nunca lo conocieron; tampoco tienen una buena comunicación
con su madre, ya que trabaja, tiene muchos problemas o está batallando.
¿Qué sucede cuando no hay comunicación?
Recuerdo el caso de
un joven cuya madre se la pasaba sentada frente al televisor, mientras él tenía
una necesidad muy grande. Se paraba junto a ella y le decía: “mamá, quiero hablar contigo” y la madre
seguía con la vista fija en la televisión, como si no lo escuchara. Después de
insistir varias veces, la mujer volteaba y decía “si mi hijo, te escucho, habla” y volvía a fijar la vista en el
televisor.
El muchacho
le hablaba y le explicaba la situación y la mamá solo decía “sí, sí hijo, al rato”. Entonces se dio
cuenta de que no estaba siendo escuchado y simplemente se retiró para no volver
a hablar, ya que no encontraba una respuesta. Y la mujer, absorta en la
telenovela, no alcanzaba a entender la necesidad de su hijo.
¡Qué
terrible! Muchos jóvenes nos platicaban que se reunían, tratando de llenar su
vacío y soledad, pero lo hacían de una manera incorrecta. Algunos confesaron
que bebían, fumaban, tenían novio porque no encontraban el amor en casa. Se les
notaba una presión muy fuerte a tener relaciones sexuales o a hacer cosas en
contra de sus principios.
Cuando veía
a todos esos jóvenes yo me preguntaba: “¿Qué
se va a hacer con estos jóvenes? ¿Qué institución podrá ayudarlos?”
Sinceramente, es un trabajo enorme y estamos tan limitados, tenemos tan poco
alcance para cubrir toda esa necesidad que hay en ellos.
Entonces
pensaba: “cada uno de estos jóvenes tiene
un padre y una madre”. Si cada padre y madre se hiciera responsable del
cuidado y de la formación de su hijo, el problema se resolvería. Realmente, la
solución es muy sencilla, el problema es que no se hace y para empezar, hay una
gran falta de comunicación entre padres e hijos.
Hubo
casos dramáticos que cuando los escuchamos nos impactaron mucho. Una jovencita
nos narró que tuvo problemas de abuso por parte de un familiar y llegó incluso
a demandarlo a las autoridades, pero no encontró ninguna respuesta. Yo le
pregunté: “¿hablaste con tus padres?”
y ella respondió: “si, pero no me
creyeron”. Fue una respuesta
llena de dolor y la joven rompió en llanto, ella sólo quería alguien con quien
platicar y soltar toda su frustración, dolor y tristeza.
La gran responsabilidad de los padres
La comunicación es
sumamente importante en la familia. Cuando los jóvenes están en la calle o
andan con sus amigos, disfrutando de diversiones, reciben información; cuando
van al cine, ven la televisión o escuchan la radio, reciben información.
También reciben información de personas con las cuales se relacionan.
Algunos
de los jóvenes me llegaron a decir: “¿Qué
hacemos? En nuestro barrio hay un grupo de jóvenes que se está drogando?”
Yo les pregunté: “¿Ya lo notificaron a la
policía?” y me dijeron: “Sí, ya lo
hicimos pero no hay respuesta. Yo veo como mis amigos se están destruyendo poco
a poco y como jalan a los más pequeños”.
“¿Ya hablaron con ellos?”, les
pregunté. “Sí, son buenas personas pero
la verdad es que no pueden dejar el vicio, incluso ellos nos dicen que nunca
hagamos eso porque es para nuestro mal”. Ellos dan el consejo y se quedan
sin él.
¡Qué
peligroso y complicado es este mundo para nuestros hijos! Hay influencias malas
por todas partes. La única influencia positiva que puede dar una orientación y
un sentido claro a sus vidas es la de los padres, que en muchas ocasiones ni
siquiera existe.
Los padres se
enojan y se molestan mucho cuando los hijos cometen un gran error. Por ejemplo,
si la hija sale embarazada o si el muchacho está metido en las drogas, se enojan
y hasta los corren de la casa, los abandonan o los tratan de lo peor.
Incluso
pueden decirles: “pues me defraudaste,
nunca pensé que fueras a hacer esto, nunca pensé que fueras una mujer tan
fácil, ¿quién te enseñó esas cosas?”
Pero yo
pregunto hoy ¿cuánto tiempo pasaste hablando con tu hijo o hija? ¿Cuánto tiempo
te fuiste a jugar con él? ¿Cuánto tiempo le enseñaste sobre los problemas de la
vida? ¿Cuánto tiempo te preocupaste por ver lo que había en su corazón, las
presiones que estaba viviendo? ¿Cuánto tiempo tomaste para investigar sobre los
diferentes problemas que estaba por enfrentar? ¿Cuánto tiempo te tomaste para
instruirlo, para criarlo?
Cuando
los niños son pequeños son muy hermosos y podemos disfrutarlos y jugar con
ellos, pero es un tiempo de mucha responsabilidad en el que hay que inculcarles
valores y criarlos, no solamente darles enseñanzas. La enseñanza es con la mente,
la crianza con la voluntad.
Una cosa
es que el niño entienda algo y que sepa que ciertas cosas no están bien, pero
otra cosa es que el niño tenga el dominio y la voluntad para no hacerlas. Tal
vez muchos niños de pequeños saben que tomar no está bien, saben que el fumar y
las drogas no son correctas, pero no tienen la voluntad para no fumar, para no
drogarse o para no beber. Eso demuestra una falta de instrucción y compromiso
de los padres.
Necesidades que no son suplidas en los hijos
La vida hoy demanda
mucho, las condiciones económicas son difíciles y para llevar el pan a la casa hay
que trabajar mucho. Pero qué terrible es que los padres sólo suplan el pan y no
el aspecto emocional, espiritual y afectivo de sus hijos.
Los
seres humanos no solamente somos materia, también tenemos alma y espíritu, y
cada uno de estos aspectos debe ser suplido. Si no es así, se ocasionan muchos
problemas y los hijos que de pequeños eran tan hermosos se vuelven una
pesadilla. No se les puede dirigir, son rebeldes, majaderos y empiezan a sacar
todo lo que tú, papá, sembraste mal en ellos.
Ahora sí
quieres hablar con ellos y te acercas para que cambien su actitud, pero ahora es
él quien no te escucha ni te hace caso. Ya no tiene tres o cuatro años, tiene
15 o 16, a
lo mejor ya está de tu tamaño, ya tiene más fuerza que tú y tiene un espíritu
indomable con el cual no puedes lidiar.
Muchos padres
tiran la toalla y dicen: “ya no puedo con
él, déjalo que haga lo que quiera”. Y un día terminan muertos, suicidándose
o con una terrible depresión.
Yo veía
a muchos de los jóvenes que platicaban con nosotros muy estresados y
angustiados, había un profundo vacío en sus vidas, se veía una soledad.
Trataban de juntarse en grupo y resolver su situación pero ninguno de ellos
tenía una respuesta para el otro, ni para sí mismos y los consejos e ideas que
daban para resolver sus problemas eran muy inmaduras. No los juzgo, son
jóvenes, están aprendiendo.
Nos han
escrito gran cantidad de padres diciendo que sus hijos de 13 o 14 años son muy
rebeldes y no los pueden controlar. Pero cuando les preguntamos, nos damos
cuenta que no se le inculcaron valores en la niñez, no se le pusieron límites
ni se platicó con ellos. Solamente existió el regaño en el momento de la falta,
pero sin ninguna instrucción, práctica ni ejemplo.
Yo
pregunto ¿qué se le puede decir a un joven que tiene una gran necesidad de
afecto, ayuda y dirección, cuyos responsables de su vida están ausentes? Los
jóvenes me decían: “¿Qué hago? Mis padres
me golpean, me dicen de groserías, son injustos; me encargan a mis hermanos, yo
no sé cómo cuidarlos y luego me reclama que no sé cuidarlos bien”.
¡Los
muchachos están solos! Se encuentran a merced de los vicios, del alcohol, de la
inmoralidad sexual, del narcotráfico y de todo lo que sale en la televisión que
los lleva a la rebeldía y a la violencia. Y ¿los padres? Sin comunicación.
¡No los eches a perder!
En una
ocasión, un hombre llegó a decir: “Si tu
quieres que tus hijos se echen a perder, solamente tienes que hacer una cosa:
no hagas nada”. No hagas nada y verás como solitos, por la influencia de la
sociedad y de este mundo, van a adquirir terribles valores morales.
Esto es
lo que estamos viendo hoy: jóvenes que por más que intentan comunicarse con sus
padres, no lo logran. ¿Podrá una consejería de una hora, sacarlos de sus
problemas y de sus profundas necesidades?
Hubo
jóvenes que platicaron conmigo una hora, pero tenían mucho más de qué hablar, y
la verdad es que uno no puede resolverles la vida. ¿Qué le dices a un joven
cuyo padre no le habla o cuya madre lo trata injustamente? Los padres no
escuchan a sus hijos y eso provoca distanciamiento y falta de confianza,
respeto y amor.
¿Qué
podemos decirle a un joven que tiene terribles problemas con su papá? “Sirve y ama a tus padres. Si no te gusta
como te tratan, entiende que no debes tratarlos de la misma forma”. Suena
un consejo muy duro y difícil, aunque es correcto. Pero para un joven que está
lleno de terribles rencores contra sus padres, ¡qué difícil es hacerlo!
Si
siendo adultos y teniendo un carácter maduro y una mentalidad formada,
batallamos para perdonar y pasar por alto los insultos y agravios; cuánto más
un joven que no está formado, que le falta mucho por madurar y aprender dominio
propio, a quienes no se les enseña esto en sus casas.
¡Cuántos
jóvenes podrían resolver sus problemas si sus padres los atendieran! ¡Cuántos
jóvenes saldrían adelante si sus padres tan sólo se sentarán a platicar con
ellos!
El Instituto Mexicano de Psiquiatría ha
determinado que la falta de atención de los padres hacia sus hijos es causa principal
de depresión entre niños y adolescentes. Si un padre de familia no atiende a
sus hijos puede estarlos llevando a la depresión. Las estadísticas son muy
frías, muchas de las personas que se suicidan tuvieron primero un cuadro
depresivo. Un padre que no atiende a su hijo lo puede estar impulsando a la
muerte. Suena muy crudo, pero es una realidad.
Entendamos
lo que queremos decir con atención,
no es solamente el hecho de llevar dinero o dar ropa, que ciertamente muchos padres
ni siquiera eso proveen; no hablamos únicamente de dar un techo, ropa o
alimento. La atención es mucho más que eso, consiste en que los padres de
familia atiendan a sus hijos de una manera integral.
Dale un
abrazo, un beso, un cariño, un “te
quiero, eres importante para mí” o “te
aprecio, te amo mucho hijo”. Además, el
salir a jugar con él, compartir tiempos de esparcimiento, sentarse con él a
resolver los problemas de la escuela y el platicar abundantemente sobre las
situaciones que él está viviendo es importante. Necesitas platicar con tu hijo.
¿Qué es la comunicación?
Quienes deben
fomentar la comunicación son los padres. Son ellos quienes deben crear una
atmósfera de confianza para que el hijo pueda acercarse a ellos. Pero, ¿qué es
la comunicación?
Entre
las definiciones encontramos que la comunicación es “el trato, la correspondencia
entre dos o más personas”. Cuando hablo de corresponder me refiero a atenderse
recíprocamente. En la familia es tener un vínculo de comunicación, es atenderse
y amarse mutuamente.
Papá y
mamá, ¿cuál sería el propósito de comunicarte con tu hijo? Hay personas que
dicen que la comunicación tiene varios propósitos entre los que están el
proporcionar información, instrucción y orientación sobre los diversos aspectos
de la vida. Todo esto le ayudará al hijo a tomar decisiones mejores y más
prudentes para su bienestar.
Es parte
de la comunicación que un padre se siente a hablar con los hijos de las
diferentes situaciones que pueden enfrentar en su vida, de qué se trata la
sexualidad, qué problemas hay con las adicciones, cómo resolver los problemas
en la escuela, cómo resolver los problemas con sus amigos, etc. Esto es parte
de la comunicación.
Criar
incluye enseñar a tener dominio propio, a formar hábitos, a saber diferenciar
lo que es malo y decidir por lo bueno, enseñar a dominar sus sentimientos, a
usar la razón y a tener principios estables. Cuando un padre platica con un
hijo le proporciona protección, porque le está advirtiendo de situaciones que
puede enfrentar en el futuro.
Cuando
un padre transmite su experiencia a su hijo le enriquece la vida, ya que el
hijo se siente amado y tomado en cuenta. Pero qué terrible es que el hijo se
acerque al padre para platicar y él esté muy ocupado en sus asuntos personales,
en su fútbol o en su cerveza. Qué triste es ver a padres que se pasan el fin de
semana fuera de casa, bebiendo y embriagándose con los amigos y los hijos y
esposa en casa abandonados.
Hoy en
día no hay vínculos, no hay formación ni apoyo entre padres e hijos y ellos
entienden algo: “No interesamos, no
importamos. Papá nunca está aquí, siempre está en el trabajo y cuando está, se
va con otras personas”. Quizás estas palabras suenen un poco duro pero son
la realidad: hoy muchos jóvenes están amargados contra sus padres porque no los
atendieron o porque cuando los necesitaron no estuvieron.
¡Abra ese canal de comunicación!
La comunicación es
un punto de doble vía que conecta los sentimientos de padres e hijos. Ese es
otro de los propósitos de la comunicación: acercar a los padres hacia sus
hijos, establecer lazos de amistad, respeto, aprecio y valor. Cuando no hay
comunicación no se conoce a las personas, los hijos se convierten en perfectos
extraños para los padres y viceversa, nunca se establece la confianza entre
ellos, no hay vínculo ni amistad.
De esta
manera, cuando los hijos necesitan algo van con los amigos para preguntar y
quien los escucha es el drogadicto de la esquina o el pederasta. Tú no sabes
las amistades que tus hijos pueden tener allá afuera. Si no te has sentado a
platicar con él para orientarlo y conocer quienes son sus amistades, tienes un
hijo abandonado. Es un hijo que está expuesto a los terribles peligros que hoy
enfrenta la sociedad; pero cuando un padre habla con su hijo está dando un gran
paso para poderlo proteger.
La comunicación ayudará
a su hijo a sentirse cuidado y amado, a saberse importante para los padres y a no
sentirse aislado en los problemas ya que sabe que tiene en quien confiar y
apoyarse, sabe que en un momento difícil sus padres están para ayudarlo y por
eso acude a ellos. Entonces hay un vínculo, una comunicación.
Un hijo
aprende a decirle al papá lo que siente y lo que quiere cuando ve que su padre
abre un canal de comunicación. Además, aprende a manifestar sus sentimientos y
empieza a adquirir mucha confianza con su padre. El padre puede ayudar a su
hijo, ya que lo conoce, entiende cómo es, conoce su carácter, sabe cómo
ayudarlo, instruirlo y moldearlo.
Pero
cuando un padre no habla con sus hijos, no los conoce y son perfectos extraños
para él, éstos amarán más la calle que la casa y preferirán a los amigos o a
sus novios, quienes les proporcionan placer, diversión, alguna expectativa de
vida o una salida. Aunque no sea buena, ellos les ofrecen algunas respuestas
para tanta necesidad que tienen.
¡Abra ese
canal de comunicación con sus hijos! Tener abierto ese canal le permite a usted
sentirse cercano a su hijo, conocer sus necesidades, saber qué herramientas
puede utilizar para ayudarlo.
¿Qué deben hacer los padres?
Para empezar, usted
debe estar disponible, no me refiero
a estar presentes en casa sino a tener tiempo para los hijos, que en el momento
en que ellos se acerquen usted tenga la disposición de sintonizarse con él de
manera rápida a la conversación. A lo mejor usted está trabajando en algo
importante, pero debe dejar todo y atender a su hijo; que usted esté al alcance
para su hijo.
Si se
quiere establecer una buena comunicación, se debe aprender a escuchar. Muchos padres se adelantan para dar su opinión
y no dejan que sus hijos hablen. Hay que aprender a darles su lugar, déjelos que
se expresen; hay que dejarlo hablar y razonar con él.
La
situación que más les dolía a los jóvenes con los que platicamos era que los
padres los acusaban a su hijo de drogarse, de andar mal, de beber, de ladrón y
mentiroso, entre otras cosas, aún cuando no era cierto. Ellos le creían más a
la gente que a sus hijos, no investigaban, simplemente regañaban.
El día
de mañana el muchacho hará lo que usted le está reclamando y dirá: “antes no bebía, pero ahora sí voy a beber”
y empezarán a hacer aquello de lo cual se les acusaba y no hacían. No lo
justifico, estas son cosas que hace un adolescente desesperado, lleno de
soledad, quien en su molestia y enojo hasta quiere darle un golpe a su padre.
Demuestre empatía, las
personas que tienen una buena comunicación demuestran empatía, tratan los
asuntos como si fueran suyos, es decir, ¡póngase en los zapatos del muchacho!
Eso le hará saber al joven cuánto le importan a usted sus problemas y
sentimientos. Muchos padres son insensibles a lo que los hijos sufren, no los
entienden, se olvidan de que ellos fueron jóvenes también y no sienten esa
empatía por ellos. Por lo tanto, los tratan de una manera áspera.
El que
tiene una buena comunicación, demuestra empatía, sabe comprender, pero no hace
cosas injustas, sabe entender los sentimientos del otro. Además, los que tienen
una buena comunicación explican con claridad lo que quieren decir; puede haber
muchos malos entendidos en las pláticas, usted asegúrese que la comunicación
con su hijo sea clara, cerciórese que en verdad entendió.
Sea coherente entre lo que dice y hace, si va
a regañar al muchacho tiene que adoptar una posición seria, si va a enfatizar
algo que es muy serio no juegue para no confundir al hijo, si está contento,
aplauda o ría. Sea coherente, transmita la información tanto en sus actos como
en lo que dice, eso le dará al muchacho un parámetro acerca de cómo está usted
tratando el punto, porque si lo está regañando y riendo puede confundirlo.
Sea ejemplo, como usted hable
sus hijos hablarán, si usted les grita ellos le van a gritar, si los ignora
ellos aprenderán a ignorarlo. En cambio, si usted los atiende, ellos lo
atenderán; si los escucha, ayuda e instruye, ellos lo van a obedecer. La
autoridad se gana por medio del servicio. Cuando una persona instruye, ayuda,
escucha y da de su tiempo para atender la necesidad de los demás, éstos
terminan obedeciéndole.
Si usted
enseña a sus hijos a formar cierto carácter y les enseña valores morales, pero
usted no los vive, ellos jamás los van a vivir. Usted debe ser ejemplo, eso es
parte de la comunicación, ser coherente entre lo que se enseña y se practica.
Lo más importante: la familia
Quiero terminar
leyendo un texto de las Sagradas Escrituras que dice:
“Dios hará volver el corazón de los padres
hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo
venga y hiera la tierra con maldición.”
Malaquías
4:6
Para
Dios, lo más importante es la familia, los hijos. De hecho, cuando Dios se
acerca a una persona, a un padre o madre de familia, no lo hace exclusivamente
por ellos sino también por sus hijos. Y cuando Dios quiere bendecir una
familia, donde más los quiere bendecir es en sus hijos. Algo de lo que Dios
hace abundantemente cuando restaura una familia es restablecer la comunicación
entre padres e hijos, restablecer el respeto, el amor y el cariño entre los
padres y los hijos. Lo que más desea Dios es tener familias estables, unidas,
armoniosas.
Cuando
un padre o madre de familia responsables de sus casas no cumplen con este cometido
y se desentienden de los hijos; cuando no los atienden, no platican con ellos
ni los instruyen, los hijos crecen sin orientación, sin cuidado ni protección.
Después,
lamentablemente, se convierten en una maldición en esta tierra, andan vagando
de aquí para allá haciendo maldades, andan en vicios, drogas, abortos,
inmoralidades sexuales, rebeldías y violencia. De tal manera que la sociedad no
sabe cómo ayudarlos, no sabe cómo corregir esa situación; por eso la violencia,
el escándalo y los sucesos que hoy nos impactan terriblemente van en aumento.
En
Estados Unidos suceden uno tras otro los atentados y homicidios llevados a cabo
por jóvenes con armas. Y ¿dónde están los padres?
Son
jóvenes abandonados y en soledad, que no se les transmitieron buenos valores
morales y que se dejaron a la deriva a que la sociedad los formara. Hoy en día
la sociedad no tiene buenos valores morales, hay mucha violencia, rebeldía e
inmoralidad.
Padre de
familia, es muy importante que tú establezcas un canal de comunicación con tus
hijos, es de vida o muerte para ellos. Un padre que no atiende a su hijo lo
puede llevar a una depresión, la cual puede llevarlo a un suicidio o a una vida
con un alto nivel de riesgo, por cuanto no tiene instrucción y anda
experimentando, probando la vida sin prudencia.
Papá y
mamá, piensen qué es lo que más valoran y aprecian en esta vida. Yo creo que estarás
muy de acuerdo conmigo en que son tus hijos; entonces, ¡aprovecha el tiempo!
Abre ese canal de comunicación y atiende a tus hijos porque ellos lo necesitan
desesperadamente.
Esperanza para la Familia, A.C.
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